Notas Bibliográficas

Kolawole Chabi. Augustin prédicateur de la Trinité. La Trinité dans l’histoire du salut et dans la vie du chrétien selon ses Sermones ad populum. Roma – Firenze: Institutum Patristicum Augustinianum - Nerbini International (Studia Ephemeridis Augustinianum 159), 2021, 554 pp.

Hernan Giudice
Facultad de Teología. Pontificia Universidad Católica Argentina, Argentina

Revista Teología

Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Argentina

ISSN: 0328-1396

ISSN-e: 2683-7307

Periodicidad: Cuatrimestral

vol. 60, núm. 141, 2023

revista_teologia@uca.edu.ar

Kolawole Chabi. Augustin prédicateur de la Trinité. La trinité dans l’histoire du salut et dans la vie du chrétien selon ses Sermones ad populum,. 2021. Roma - Firenze. Institutum Patristicum Augustinianum - Nerbini International. 554 pp.


Kolawole Chabi, fraile agustino, nacido en Benin en 1979, profesor del Instituto Patrístico Augustinianum, ha escrito una obra muy valiosa que se suma a aquellas que proponen superar el simplista y clásico cliché que contrapone las teologías trinitarias latinas y griegas, además de exonerar a San Agustín del cargo de haber hipotecado la visión occidental de la Trinidad con un enfoque esencialista, centrado en la unidad (Cf. Lewis Ayres, Augustine and the Trinity, Cambridge 2010; Michel Barnes, «Rereading Augustine’s Theology of the Trinity» en The Trinity. An Interdisciplinary Symposium on the Trinity [eds. S.t. Davis, D. Kendall, G. O’Collins], New York 1999; Roland Kany, Augustins Trinitätsdenken. Bilanz, Kritik und Weiterfürung der modernen Forschung zu De Trinitate, Tübingen 2007). Sin embargo, este escrito viene a llenar el vacío de estudios sobre la Trinidad en los Sermones ad populum del Doctor de Hipona. Y completa los estudios de las obras anteriores destacando aspectos de las enseñanzas agustinianas sobre el misterio trinitario en la historia salutis y su presencia y acción en la vida del cristiano. De esta manera el autor ayuda a entender que el De Trinitate agustiniano no se convierte en la última palabra del misterio divino. Así, como dice el agustinólogo Nello Cipriani en la presentación de la obra (p. 6), se refutan ciertas críticas formuladas por célebres teólogos del siglo pasado: por un lado Schmaus había acusado a Agustín de haber dejado de lado la dimensión histórico-salvífica del misterio trinitario, y por otro según Rahner Agustín habría contribuido a que la Trinidad no tuviera su importancia en la piedad cristiana.

El libro comprende una introducción y conclusión general con siete capítulos divididos en tres partes. Las dos primeras partes son los preliminares de la obra, mientras que la tercera es el corazón de la misma.

El primer capítulo de la primera parte (pp. 43-82) recorre las principales objeciones de los teólogos al punto de partida de la doctrina trinitaria agustiniana, que sería la unidad de la esencia divina; la otra objeción versa sobre el uso que hace el hiponense de la analogía psicológica. Sin caer en una polémica estéril el A. cita numerosos trabajos (H. Couget, E. Portalié, M. Schmaus, L. Scheffczyk, K. Rahner, J. Moltmann, A. Plantinga Pauw, R. Jenson, T. Marsch, C.M. LaCugna, L. Boff, J. Zizioulas, A. Fokin, C.E. Gunton, O. du Roy, K. Barth, W. Pannenberg, D. Coffey, H.U. von Balthasar, P. Coda, B. Forte, M. Corbin) que critican a Agustín por haber favorecido con sus acentuaciones la división entre Oriente y Occidente en lo referente la reflexión trinitaria, por profesar una suerte de semimodalismo que reduce la Trinidad a un sujeto unitario auto-pensante y por disociar la Trinidad de la historia de la salvación relegándola al alma individual (p. 82). El segundo capítulo trata acerca de los intentos de respuesta a las críticas sobre la base de una lectura nueva del De Trinitate y del enfoque de otra ‘escuela’ de pensamiento que encuentra en el texto del mismo tratado las respuestas anticipadas de Agustín a sus críticos (pp. 83-130). Estos investigadores son B. Studer, M.R. Barnes, G. Lafont, E. Hill, A. de Halleux, D.C. Benner, S. Coakley, G. Madec e Y. Messsen. El A. constata en esta primera parte que las críticas se basan en el paradigma de Théodore de Régnón, siguiendo de manera acrítica la hipótesis que sostiene que Agustín comienza su reflexión trinitaria partiendo de la unidad de la esencia divina sin interesarse primeramente por las personas o hipóstasis divinas. También considera Chabi que numerosos teólogos han hecho una sobrevaloración acerca del theologoumenon de la analogía psicológica. En efecto, el A. destaca que no han tenido en cuenta que la semejanza con el alma humana era una respuesta a los «polemistas muy charlatanes (De Trinitate I, 2: garruli ratiocinatores)»: esto es, a los intelectuales paganos que exigían una explicación racional de la fe en la Trinidad, a quienes todavía el hiponense no podía llevarlos al terreno de la Escritura que ellos rechazaban. Por otra parte, el A. observa que en los escritos contra los arrianos Agustín no recurrió a la analogía psicológica, lo cual mostraría que este theologoumenon no era el centro donde giraba su reflexión trinitaria (p. 129).

La segunda parte de la obra, también con dos capítulos, corresponde al estudio de los Sermones ad populum como lugar teológico de enseñanza doctrinal. Estudia este género literario en el contexto eclesial de los predicadores latinos que han precedido al Doctor de Hipona y examina el lenguaje de los sermones agustinianos, el estilo, los destinatarios y la transmisión (pp. 135-182). También se ocupa del contexto litúrgico y pastoral, de la espiritualidad del pastor, de la predicación y la oración y de aquello que no se debe decir en la predicación (183-208). Se correspondería esta parte con el objeto material del trabajo o sus preliminares.

La tercera parte dividida en tres capítulos atañe al objeto formal de esta monografía, la Trinidad en la predicación de Agustín. El primero de estos capítulos examina su evolución doctrinal en lo referente al misterio trinitario desde su conversión hasta su inicio como predicador mostrando ciertas formulaciones en su camino de fe; luego se estudian sus primeros sermones como presbítero sobre la naturaleza de la Trinidad y luego se consideran sus sermones como obispo (pp. 213-293). En el siguiente capítulo se analizan los sermones donde se habla de la manifestación de la Trinidad en la historia salvífica. Considera el A. los nombres divinos con que se sirve Agustín para expresar la vida íntima de las tres Personas divinas, examina cómo habla el obispo de Hipona de las misiones del Hijo y del Espíritu y finalmente presenta las semejanzas con las cuales Agustín se sirve para expresar la inteligencia de la fe (295-423). Con una muy buena selección de textos Chabi se encarga de mostrarnos que “incluso las cuestiones teológicas más difíciles y abstractas son tratadas en los sermones (295)”. Y con sus análisis demuestra por ejemplo que «los nombres propios utilizados por el predicador en los sermones estudiados … a) individuan cada una de las Personas, a saber, el Principium totius divinitatis, que es también el Ingenitus, el Unigenitus y el Verbum e Imago, así como el Donum-Caritas en quien está la Patris Filiique communitas en la vida trinitaria; b) revelan nuestro vínculo con la Santa Trinidad (p. 355)». El capítulo final está consagrado al análisis de los sermones en los cuales se habla de la manifestación de la Trinidad y de su importancia en la vida del cristiano. Esto último pone en claro cómo la vida cristiana se enraíza en el misterio trinitario (425-471). De entre varias predicaciones destaco aquella en que la Trinidad es vista como el alimento del cristiano (Serm. 105, 4), simbolizada en los tres panes que pide el amigo importuno de Lc 11, 5, concluyendo bellamente el mismo Agustín: «Dios que te da, no tiene nada mejor que darte que a sí mismo» (pp. 430-433). En definitiva, las páginas de estos dos últimos capítulos, contrariamente a las opiniones de aquellos que presentaban la Trinidad agustiniana separada de la historia, muestran cómo este Doctor de la Iglesia comparte abundantemente con los fieles el fruto de sus meditaciones trinitarias durante las celebraciones litúrgicas. El A. se ha encargado de resaltar el modo agustiniano de explicar el misterio trinitario a los fieles, sin especular al margen de las verdades de la fe, sino preocupado por dar conocer a sus fieles esas mismas verdades y consolidarlos en ellas. «Il n’est pas un docteur d’idées abstraites mais un pasteur diligent auprès de son tropeau (p. 355)».

El libro concluye con una abundante y sólida bibliografía que incluye las fuentes agustinianas y de autores antiguos (pp. 477-487) y copiosos estudios contemporáneos (pp. 488-525 -alrededor de ochocientos títulos-), además de los índices de citas bíblicas, de autores antiguos y de citas agustinianas (pp. 527-545).

La lectura de esta obra permite confirmar la necesidad que tienen los dedicados a la teología más especulativa o sistemática de interactuar seriamente con la teología histórica.

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