Recensiones bibliográficas

Barrett, N. F. (2023). Religious Symbolism and the Experience of Life as Meaningful: Addition, Enhancement, or Both? (El simbolismo religioso y la experiencia de vida como una experiencia significativa: agregar, mejorar o ambas cosas). Religions, 14(1), 88. https://doi.org/103390/rel14010088

J. E. Moreno *
Pontificia Universidad Católica Argentina, Argentina

Revista de Psicología

Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Argentina

ISSN: 1669-2438

ISSN-e: 2469-2050

Periodicidad: Semestral

vol. 19, núm. 37, 2023

revistapsicologia@uca.edu.ar

Recepción: 11 Abril 2023

Aprobación: 20 Abril 2023



DOI: https://doi.org/10.46553/RPSI.19.37.2023.p118-121

Nathaniel F. Barrett es investigador del Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra (España). Se especializa en estudios filosóficos e históricos de la relación entre ciencia y religión, centrándose en los conceptos de naturaleza que surgen de las concepciones religiosas y científicas de la persona humana. Es un especialista en Ciencia Cognitiva de la Religión (Barrett, 2016). La ciencia cognitiva de la religión (CCR) es un ámbito de investigación que aplica teorías y conceptos de la ciencia cognitiva para explicar el pensamiento y el comportamiento religioso.

La CCR toma como punto de partida un rasgo extendido y recurrente de las culturas religiosas y busca explicar el origen y persistencia de dicho rasgo en relación con la mente humana y su historia evolutiva. La tesis central de la CCR es que comprender el origen, la composición y la persistencia de la religión y de los seres sobrenaturales que incluye, requiere la comprensión de la evolución de la mente humana, es decir comprender cómo los mecanismos mediante los cuales los humanos aprenden, piensan, perciben y recuerdan, afectan al contenido de sus pensamientos y comportamientos.

Nathaniel Barrett considera que la ciencia cognitiva de fines del siglo XX ha estado dominada por la teoría computacional de la mente y su imagen del pensamiento como procesamiento de información, dando por sentado que las teorías evolutivas de la religión más prominentes han buscado entender la religiosidad humana como el producto o subproducto de mecanismos universales de procesamiento de información que fueron adaptativos en nuestro entorno ancestral. Según Barrett, la rigidez de tales explicaciones no concuerda con la naturaleza altamente sensible al contexto de los estudios históricos de la religión y, por lo tanto, contribuye al aparente tira y afloja entre la perspectiva científica y la humanista. Sostiene que este antagonismo se debe en parte a un profundo defecto de la teoría computacional, a saber, su noción de información como dada de antemano y libre de contexto. Por el contrario, las teorías no computacionales, que describen la mente como un proceso adaptativo e interactivo en el que el organismo y el entorno construyen conjuntamente la información, ofrecen un enfoque alternativo para una comprensión evolutiva de la religiosidad humana, que es compatible con los estudios históricos y es susceptible de ser utilizada en una amplia variedad de estudios, diversidad de investigaciones, incluidos algunos tipos de investigaciones teológicas.

En este artículo Barrett explora cómo funciona el simbolismo religioso proporcionando una experiencia de vida más significativa, más rica. Considera el punto de vista común y muy influyente, al que denomina “modelo fuente”, según el cual esta función requiere la adición a la experiencia de significados trascendentes generados por rituales y otros tipos de actividad simbólica especialmente adaptados.

La teoría de este artículo es una elaboración de lo que llama el “enfoque de enriquecimiento”. La idea básica de este enfoque es que un buen sentimiento no es un ingrediente especial agregado a la experiencia, sino más bien un aumento, una intensificación o un enriquecimiento de la experiencia como un todo. Siguiendo a John Dewey, señala que el disfrute es el desarrollo clarificado e intensificado de rasgos que pertenecen a toda experiencia normalmente completa (Dewey, 1980, p. 46). Por eso, cuando tenemos un sentimiento inequívocamente bueno, no hay una cualidad especial en la experiencia que se manifieste como un signo de bondad. Más bien, se podría decir que lo que sentimos es una mejora en la actividad de experimentar en sí misma.

Barrett utiliza las publicaciones Religion in Human Evolution de Robert Bellah (2011) y Religion as a Cultural System de Clifford Geertz (2008) como ejemplos representativos, criticando la premisa clave del modelo standard según el cual la función de creación de significado del simbolismo religioso evolucionó como una respuesta a una experiencia universal acerca de la problemática de la vida. Sostiene que la experiencia de vida como problemática es un producto del simbolismo, no una condición previa. Además, con respecto a esta experiencia, propone que el simbolismo funciona no agregando significado, sino realzando significados que se disciernen vagamente y se van descubriendo en la vida cotidiana (Barrett, 2023b). Señala que debemos tener cuidado de no confinar el significado simbólico a un ámbito puramente mental, separado de la experiencia y de las condiciones ambientales que hacen posible la experiencia.

En la Introducción plantea que el término significado religioso puede aplicarse a cualquier aspecto de la experiencia y el pensamiento de los practicantes religiosos. Pero considera que se puede hacer una distinción entre dos aspectos del significado religioso: el significado de varios símbolos que se encuentran regularmente en el contexto de la práctica religiosa (rituales, canciones, narraciones, imágenes, conceptos, teorías, etc.) y el sentido de la vida tal como se experimenta bajo la guía de estos símbolos. Estos dos aspectos del significado religioso entran en la experiencia “en igualdad de condiciones”, pero pueden cambiar los roles. Para el adepto religioso, los símbolos de su práctica evocan una cierta experiencia de vida, mientras que su experiencia de vida evoca los símbolos.

La pregunta clave para las investigaciones del significado religioso es: ¿Cómo es transformada la experiencia de vida por los símbolos religiosos? Comúnmente se supone que la práctica religiosa sirve para cultivar una experiencia de vida más significativa. Pero, ¿qué implica esto exactamente? Sugiero que la experiencia de la vida como significativa, como un descubrimiento del sentido de la vida, implica algo más que una experiencia de la vida como algo que tiene cierto tipo de significado. Implica, en otras palabras, una experiencia de vida enriquecida. En este artículo intenta responder a la pregunta: ¿Cómo funcionan los símbolos religiosos para proporcionar este enriquecimiento?

En el apartado 2: “Las teorías cognitivo-evolutivas y la cuestión de la motivación”, nos ofrece una breve discusión de cómo el argumento que se llevará a cabo se relaciona con los temas de: mente, evolución y significado.

En el tercer apartado: “El modelo standard o fuente del significado religioso”, afirma que en el centro de este modelo está la idea de que la función principal de la cultura religiosa es agregar significado a nuestra experiencia de vida. Sin embargo, considera que esta formulación omite plantearse una crítica importante. Cuando la religión es vista como una fuente de significado, se presume que responde a una demanda especial de significado. Es decir, cuando Bellah y otros describen la religión como “más que cualquier otra cosa, una forma de dar sentido al mundo” (Bellah 2011, p. 102), están suponiendo una experiencia del mundo, y tal vez un concepto del mundo mismo —que exige ser sentido de una manera especial. Según Max Weber, uno de los defensores más influyentes de este punto de vista, detrás de las muchas variedades de creencias religiosas “siempre hay una posición hacia algo en el mundo real que se experimenta como específicamente ‘sin sentido’” (Weber 1946, p. 281). Una experiencia del mundo como problemática es, por lo tanto, una presuposición crítica del modelo fuente. Se la toma como dada, es decir, como una condición universal de la vida humana que subyace a la evolución de la cultura religiosa

En el cuarto apartado, “La experiencia de la vida como problemática”, su argumentación cambia de rumbo, el examen del modelo de origen se vuelve más crítico y gira hacia una exploración de los símbolos religiosos como herramientas para la mejora. Vuelve a la premisa del modelo fuente que se indicó al comienzo de su análisis, a la suposición de que la vida cotidiana se experimenta como problemática de una manera que exige que se le dé sentido de una manera especial: el "problema del significado".

En el quinto apartado: “Sobre el poder afectivo del ritual: la tesis del enriquecimiento”, propone que las experiencias mejoradas de las características problemáticas de la vida son, en sí mismas, experiencias enriquecidas de la vida. Esta propuesta se deriva de una tesis más general sobre el significado y el afecto, llamada tesis del enriquecimiento, que ha defendido en los artículos “A neurodynamic perspective on musical enjoyment: The role of emotional granularity” (Barrett & Schulkin, 2017) y “Imaginative culture and the enriched nature of positive experience” (Barrett, 2022). La tesis del enriquecimiento dice que cuando nuestra experiencia de cualquier significado se enriquece —en intensidad, especificidad, amplitud o profundidad— ese enriquecimiento siempre tiene un impacto positivo en el tono afectivo de la experiencia, de modo que necesariamente reduce el sufrimiento o aumenta la satisfacción. El énfasis en “cualquier significado” en la declaración anterior indica que se extiende incluso a significados que normalmente experimentamos como negativos: lesión, pérdida, fracaso, separación, soledad, destrucción, muerte, etc. A su vez, la tesis del enriquecimiento es parte de una teoría más amplia sobre la naturaleza del afecto y su papel en la experiencia (Barrett, 2023a). Para concluir se centra en la tesis del enriquecimiento en su aplicación al simbolismo religioso, su objetivo no es tanto defender esta tesis como articular sus implicaciones para comprender el poder afectivo del ritual religioso.

Concluye su trabajo con la sugerencia de que una experiencia mejorada de la vida como problemática es en sí misma una especie de significado enriquecido y una fuente importante del poder afectivo de la práctica religiosa.

Referencias

Barrett, N. F. (2016). Ciencia cognitiva de la religión. En Diccionario Interdisciplinar Austral, editado por Claudia E. Vanney, Juan F. Franck e Ignacio Silva. URL http://dia.austral.edu.ar/Ciencia_cognitiva_de_la_religion

Barrett, N. F. (2022). Imaginative culture and the enriched nature of positive experience. Frontiers in Psychology 13: 831118.

Barrett, N. F. (2023a). Enjoyment as Enriched Experience: A Theory of Affect and Its Relation to Consciousness. London: Palgrave Macmillan.

Barrett, N. F. (2023b). Religious Symbolism and the Experience of Life as Meaningful: Addition, Enhancement, or Both? Religions, 14(1), 88.

Barrett, N. F., & Schulkin, J. (2017). A neurodynamic perspective on musical enjoyment: The role of emotional granularity. Frontiers in Psychology 8: 2187.

Bellah, R. N. (2011). Religion in Human Evolution. Cambridge: Harvard Belknap.

Dewey, J. (1980). Art as Experience. New York: Putnam.

Geertz, A. (2008). How Not to Do the Cognitive Science of Religion Today. Method & Theory in the Study of Religion 20 (1), 7-21.

Weber, M. (1946). From Weber: Essays in Sociology. Translated and Edited by Hans Heinrich Gerth, and CharlesWright Mills. New York: Oxford UP.

Notas de autor

* Dr. en Psicología. Pontificia Universidad Católica Argentina. Centro de Investigación Interdisciplinar en Valores, Integración y Desarrollo Social.
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