RECENSIONES

Snyder, Timothy; Krug, Nora, Sobre la tiranía. Veinte lecciones del siglo XX. Trad. Cruz Santella, E. Barcelona. Salamandra Graphic, 2022

Rodolfo Marcone Lo Presti
Universidad de Valencia, España, España

Prudentia Iuris

Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, Argentina

ISSN: 0326-2774

ISSN-e: 2524-9525

Periodicidad: Semestral

núm. 96, 2023

prudentia_iuris@uca.edu.ar

. Sobre la tiranía. Veinte lecciones del siglo XX. Trad. Cruz Santella, E.. Barcelona. E. Barcelona. Salamandra Graphic


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Snyder, Timothy; Krug, Nora, Sobre la tiranía. Veinte lecciones del siglo XX. Trad. Cruz Santella, E. Barcelona. Salamandra Graphic, 2022

Tenemos en nuestras manos la última edición de la obra de Timothy Snyder, el eminente profesor de Historia contemporánea de Yale University; obra denominada: Sobre la tiranía. Veinte lecciones del siglo XX, aparecida originalmente en el año 2017 y reeditada con sendas ilustraciones en el año 2022. En aquella época generó una muy buena impresión en el público en cuanto a llamar la atención sobre la fragilidad de los sistemas democráticos frente a las incipientes manifestaciones de una política populista y con rasgos autoritarios. Como las observadas en las elecciones de EE. UU. en el año 2016 (p. 67) y el ascenso al poder de Putin hasta la invasión de parte de Ucrania en el 2014, cuestión que explica el autor haciendo referencia al peligro del gobierno de las oligarquías (pp. 96-99).

Esta reedición trae consigo las hermosas ilustraciones de la artista Nora Krug, profesora de la Parson School of Design de Nueva York, que llenan de poder, inspiración y calidez la obra que comentamos, y que es un artefacto interesante para cuestionar los momentos políticos que viven las democracias liberales occidentales.

La belleza estética y las ideas muchas veces corren por carriles totalmente separados en la modernidad tardía. Como sociedad política nos hace falta entender el poder de la belleza para comunicar y educar de forma humana y profunda. El arte es capaz de movilizarnos a otros campos de sentido, como defiende la tesis del nuevo realismo en la obra de Markus Gabriel. Por ello creemos que la obra de Snyder, con este nuevo formato de ilustraciones, conjuga el poder del arte junto al texto del ensayo, lo que entendemos potencia el propósito educativo de la obra.

Snyder recuerda que la tiranía, esa vieja forma anómala de gobierno ya descrita por Platón y Aristoteles, se extendió hace menos de un siglo en Occidente, con la asunción de los regímenes totalitarios –fascismo, nazismo y comunismo–; estas tiranías nacieron de democracias quebrantadas por una globalización incipiente donde la ética se esfumó de las elites. La obra de Snyder y Krug es realista y su insumo es la historia reciente del siglo XX, que, como todos sabemos, está cargada de violencia, guerra y tiranía; el libro lo recordará en varios de sus capítulos.

El autor nos llama a no obedecer de antemano, como lo demostró Milgran, con su experimento de psicología social, donde ciudadanos aplican impulsos eléctricos siguiendo la orden de la autoridad, y quien señaló: “[...] las personas son en extremo receptivas a las normas nuevas en entornos nuevos. Sorprende lo dispuestas que están a hacer daño y matar a otros en pos de un objetivo nuevo si una autoridad así se lo indica [...]” (p. 12.). El autor nos recuerda que el autoritarismo obtiene su poder de la concesión que ciudadanos bien intencionados realizan en un inicio a quien promete ciertos bienes. Snyder nos remarca que no podemos entregar la soberanía popular a quien nos prometa un orden nuevo o un bien a cambio, como la paz o la seguridad –aunque estos sean bienes excelentes–. Aquí el autor toma prestados los hechos de la historia alemana con la primera fase de implantación del nazismo por la vía democrática en las elecciones de 1932. Nos recuerda que es muy importante elegir según valores de bien y verdad, y no por mera conveniencia del momento.

La obra nos quiere rememorar que las instituciones que conforman una democracia no son autocéfalas, o incrustadas en la maquinaria de la naturaleza. Estas instituciones dependen de la ciudadanía, de su compromiso, e incluyen actores importantes, como la prensa libre y el dinamismo de los partidos políticos. Snyder nos invita a recelar del Estado controlado por un partido único, y nos comparte la idea de Jefferson: “[…] la vigilancia eterna es el precio de la libertad” (p. 18); una actitud sobre la vigilancia de nuestra propia ética del cuidado hacia los otros y nuestro entorno, así evitaremos caer en la falaz idea de que vivimos en una perfección imaginaria, cuestión que el autor deja en claro cuando señala que las tiranías son expertas en construir esta idea en el ideario del discurso político.

El autor nos llama a asumir lo que denomina “la responsabilidad del mundo”, que emana de la dimensión política de la vida humana en su capacidad performativa de transformar el medio ambiente en que vivimos con lo que hacemos o dejamos de hacer (pp. 24-25). Así las cosas, las decisiones del electorado permiten que regímenes tiránicos asuman el poder y lo rapten, todo ello acompañado de un régimen simbólico que transforma la realidad según un discurso –el cual es el único posible, so pena de cárcel y muerte–; así, nos señala Snyder cómo funciona la tiranía, aquella que ideó –por ejemplo– el holocausto del pueblo judío o el genocidio dirigido por Stalin en la “purga”.

El autor reconoce que debemos “recordar la ética profesional” como única manera de sostener un Estado de Derecho frente a la amenaza de líderes políticos sin escrúpulos éticos. Se pregunta cómo habría sido el mundo si los abogados y médicos se hubieran negado a trabajar con fascistas, nazis y comunistas. Evidentemente todo habría sido más difícil para los tiranos.

Así las cosas, sospechar de los paramilitares y ser reflexivos si portamos armas es una actitud crítica en la democracia. Snyder señala cómo “los grupos armados degradan un orden político y luego lo transforman” (p. 36) y que los principales ejecutores de las barbaridades de los regímenes totalitarios fueron servidores públicos armados.

El autor remarca que los ciudadanos estamos obligados por un deber ético a dar el ejemplo en momentos de opresión, o sea, existe un deber de desobediencia frente al tirano, si nos rendimos ante este y no hacemos nada, el statu quo seguirá, y es justamente de lo que trata la tiranía. Es interesante el llamado de Snyder a defender nuestro idioma, a leer libros de manera reflexiva, a contrastar la información de internet; en fin, a vivir en la sociedad ejercitando un espíritu crítico. Llama en la obra a separarnos de internet como único canal informativo, el mundo bidireccional de internet es fácilmente manipulable, y por ello nosotros también. En esta linera argumentativa, el autor recuerda las enseñanzas de Victor Kempler, estudioso del discurso de la propaganda nazi, que advertía sobre cómo los políticos totalitarios rechazan la oposición legítima, vuelven el lenguaje en una lucha de amigo/enemigo, tal como lo concibió el ideólogo filonazi Carl Schmitt.

Snyder nos recuerda que para evitar estos discursos de la mentira y radicalización debemos creer en que podemos alcanzar la verdad, por ello señala: “Nos sometemos a la tiranía cuando renunciamos a la diferencia entre lo que quiere oír y lo que de verdad ocurre” (p. 57). La verdad puede ser desplazada por lo que hoy llamamos posverdad, siguiendo a Kempler. Snyder explica que es la expresión del desprecio del mundo real por uno de orden imaginario fuertemente emocional, donde la repetición infinita de una idea y uso de las falacias es parte del lenguaje político; todo esto se funda en un pensamiento mágico, donde el principio de la lógica o de contradicción es mutilado, para terminar el tirano autootorgando una forma de fe autodirigida, por ello los tiranos se endiosan a sí mismos, y establecen mecanismos de desprecio a las pequeñas verdades de la vida, que son reemplazadas por eslóganes. Este camino de la tiranía ya se practicó antes, y para el autor, vale la pena mencionarlo.

Para detener el mundo de la mentira, nos indica el autor, debemos investigar, y para ello debemos desentrañar los acontecimientos nosotros mismos, utilizando fuentes de información fidedignas, como las que se pueden encontrar en el periodismo independiente y estudios científicos. Snyder, al respecto llegará a señalar: “Es nuestra capacidad de discernir hechos lo que nos convierte en individuos y nuestra confianza colectiva en el conocimiento común lo que nos convierte en sociedad” (p. 65). Existió un tiempo en que lo factual podía derribar la mentira, como Hannah Arendt diría, pero hoy con el mundo bidimensional de internet metido en cada mente humana esto no está sucediendo, por eso el autor llama a implicarnos en el mejor periodismo, ese que viaja, hace entrevistas, mantiene contacto con las fuentes, surfea en documentos, y lo verifica todo en el mundo factual. Termina este capítulo con las ideas de Havel: “Si el pilar principal del sistema es vivir una mentira, no sorprende que la amenaza fundamental contra él sea vivir en la verdad” (p. 71).

Para lograr que triunfe la verdad necesitamos “mirar a los ojos y charlar” (p. 74), para conocer el paisaje psicológico de nuestras sociedades; de esta manera, podremos “practicar una política corpórea”, esto significa, para el autor, dejar el mundo de las pantallas y las comodidades, y movilizar nuestra vida con nuevas amistades y otros contextos socio-culturales. Solo así podremos construir una comunidad política organizada, y que esta pueda ser fuerte frente a las ideas totalitarias o populistas.

Así las cosas, otra lección importante para repeler la tiranía, señalada por el autor, es “contribuir a buenas causas”; ello nos permite ayudar a quienes hacen el bien, conocerlos y unirnos a ellos. Esto crea un tejido social sano y rico, o sea, una sociedad civil que un día podrá enfrenta al tirano y derrocarlo por las armas de la no violencia activa, tal como Gandhi lo demostró. Por ello, en la tesis defendida por el autor, la sociedad civil debe estar aprendiendo de experiencias de otros países, tal como sucedió con Ucrania que, desde el 2013, fue víctima de una ciberguerra y mentiras dirigidas desde el régimen de Putin, todo esto realizado para preparar la invasión al Donbass en el 2014 y el derrocamiento del gobierno democrático en Kiev. Para Snyder, los ucranianos reaccionaron rápido y combatieron a Rusia con las armas de la información y el periodismo independiente; hoy, en medio de una cruenta guerra que recuerda la invasión de Hitler a Polonia en el año 1940. Ucrania con su valentía defiende la democracia occidental.

Snyder nos quiere recordar al final de la obra que debemos prestar atención a las “palabras peligrosas” como: “excepción” o “emergencia permanente” o “terrorismo” y “extremismo”. Snyder nos remarca las ideas del pensador Carl Schmitt, quien enseñó que los Estados son las instituciones que pueden establecer la excepción. El tirano podrá generar un relato de una situación que denomine excepcional –ataques terroristas– y luego podrá transformarlo en un estado de emergencia permanente, donde esté autorizado todo tipo de persecución a los “extremistas”; por cierto, que estos serán la oposición política. Véase la triste historia de América Latina y los regímenes militares de excepción que con crueldad mataron, desaparecieron y torturaron a miles de personas en el siglo pasado.

El profesor Snyder nos explica que la característica primordial de la tiranía moderna es “la gestión del terror”, por ello recomienda cuando llegue el desastre, y el tirano empiece a reducir los controles y equilibrios de las instituciones democráticas, la disolución de los partidos opositores, el cierre de los medios de comunicación libres, limite el derecho a un juicio justo y racional, y considere toda opinión en contra traición a la patria, ya se está aplicando todo el conocimiento creado por la escuela de la tiranía.

Snyder recuerda el inicio del régimen de Putin en 1999, con los sospechosos atentados terroristas que lo llevaron a iniciar una guerra en Chechenia y luego consolidar su poder. Así mismo Hitler llegó al poder con el incendio del parlamento alemán en 1933. Momentos de terror, que necesitan de liderazgos fuertes, es el mecanismo que utilizan, para destruir la institucionalidad democrática. James Madison diría que la tiranía “llega durante una emergencia favorable” (p. 102).

Finalmente, el autor tratará el “verdadero patriotismo”, ese que busca la mayor perfección ética en la comunidad y no el que se confunde con el falaz nacionalismo que se basa en el relativismo ético, donde la “única verdad es el resentimiento que nos nace al pensar en otros” (p. 105) y, por ello, nos llama a la valentía, porque si ninguno de nosotros está dispuesto a dar la vida por la libertad, la terminaremos perdiendo en manos de quien esté dispuesto a todo por arrebatársela.

Por último, recomendamos encarecidamente la adquisición de este libro, sobre todo como material educativo y de reflexión sobre la situación de los desafíos de nuestras democracias occidentales, a través de la historia del siglo XX.

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